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Juan Palacios Dávila / Epicentro Informativo
13, octubre, 2025

Como sostiene en uno de sus libros el maestro Roel Guajardo, el contexto es importante, de ahí que nos parezca de primer orden entender el contexto en el cual se está desarrollando un fenómeno que si bien no es nuevo, adquiere un significado diferente en el contexto actual, nos referimos a la violencia escolar, específicamente a aquella que un alumno ejerce sobre otro u otros.

Casi para finalizar 2024 el maestro Guajardo Cantú escribió en estas páginas que la violencia se estaba incrementando, o por lo menos así lo parecía debido a la difusión recibida en medios, ningún nivel educativo se escapa de esta dinámica de violencia, desde la educación básica hasta la superior y las autoridades parecen no tener una política de prevención que ofrezca resultados, al menos no los que espera la comunidad.

En Nuevo León se ha vuelto a presentar una nueva ola de violencia en diferentes escuelas, curiosamente acentuada en el nivel Medio Superior, la preparatoria, aunque las secundarias no escapan a este fenómeno que en conjunto y dado el contexto de violencia generalizada que vive el país, no deja de ser preocupante.

Principalmente, aunque no de manera excluyente de otras edades, porque durante la adolescencia los jóvenes buscan un sentido a la vida e intentan formar parte de algo, que en muchas ocasiones no les ofrecen ni las familias, ni las instituciones educativas, en cambio sí lo hacen las pandillas y, para desgracia de la sociedad, los grupos del crimen organizado.

Como lo cuenta Roberto Saviano en su libro Gomorra, hay jóvenes que quieren ser un “Boss”, un jefe mafioso, esa es su aspiración porque al final de cuentas la imagen de ese personaje se convierte en un icono de éxito, por más que los valores en los cuales se sustenta tal imagen vayan en contra de una vida de convivencia civilizada y nos retrotraiga, en tanto sociedad, a un estado de cosas en el cual la ley del más fuerte es norma. Lo peor de todo es que, siguiendo con el relato de Saviano, los jóvenes están dispuestos a “gozar” de esa situación a sabiendas de que el costo puede ser tan alto como la vida misma en lo individual y el caos en lo social.

Precisamente por ello debería ser relevante para nuestra sociedad la existencia de políticas públicas que promuevan los valores que hagan posible una vida en común sin necesidad de caer en momentos de violencia social, por más que en lo individual seguramente son inevitables.

Sería muy importante para todos la existencia de programas de prevención en los cuales intervengan no solo las instituciones educativas, sino la sociedad en su conjunto, incluyendo prioritariamente a los padres de familia, ya que, dígase lo que se diga, la familia y el núcleo cercano a los jóvenes resulta fundamental en la búsqueda de una convivencia civilizada, la prueba a contrario sensu consiste en que las normas y valores de las pandillas son muy fuertes precisamente porque el sentido de pertenencia y la necesidad de ser aceptados en ellas, hacen que ambas, normas y valores, sean respetadas por los integrantes de esos grupos juveniles.

Así pues, sería muy importante que las autoridades iniciaran un programa de largo aliento para fomentar los valores que permitan una convivencia sana, pacífica pero al mismo tiempo atractiva para los jóvenes que se encuentran en una etapa de su vida en que se presentan cambios que les hacen cuestionar su sentido de la vida, una etapa en la cual resultan especialmente vulnerables.

Roel Guajardo publicó un libro titulado “El problema es de valores” en el cual se presentan los elementos necesarios para instrumentar una política de ese tipo, es tiempo de que las autoridades de todos los niveles retomen sus propuestas y generen programas preventivos en contra de la violencia escolar, dejar de lado ya la política de que, “muerto el niño, a tapar el pozo”.

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