Raúl Guajardo Cantú
Epicentro Informativo / 21, marzo, 2023
Luego de que el área metropolitana de Monterrey fuera invadida por olores fétidos atribuidos extraoficialmente a la refinería de Cadereyta, el gobernador dio una explicación que no satisfizo a nadie. Solo unos días después, la misma refinería dejó escapar lo que, según especialistas, habría sido una nube compuesta principalmente por dióxido de azufre, origen de los olores que se presentaran días atrás.
El secretario de Medio Ambiente, Félix Arratia, señaló que no “le temblará la mano” inclusive para clausurar la entidad que desde hace ya varios años ha sido señalada como causante de la mayor parte de la contaminación ambiental que padecemos.
En su cuenta de Twitter, nuevamente el gobernador salió a decir que “nuestro derecho a respirar aire limpio está por encima de cualquier industria, de gobierno o privada”, pero no quedó ahí, dijo que “no vamos a dejar que nada ni nadie contamine nuestro aire. Vamos con mano dura para quienes dañan nuestro medio ambiente”.
Hasta ahí bien el gobernador, el problema es que poco después dijo haber hablado con el presidente y con los encargados de la planta en Cadereyta quienes le explicaron que la “fuga” se debió a problemas de origen mecánico.
Tal declaración pareció un paso atrás en lo que antes había manifestado, esperemos que no sea así, ya que esto no es un hecho aislado, múltiples informes nos hablan de que cotidianamente Cadereyta es invadida por ese tipo de nubes de dióxido de azufre y de otro tipo, nubes que dependiendo de los vientos, se adentran en Santiago, llegando hasta la Ciénega de González o avanzan directo hacia esta área metropolitana que habitamos.
El dilema para Samuel es: defender a sus gobernados o ponerse de parte del presidente y su postura, que ha manifestado en distintas ocasiones, de que la planta de Cadereyta no es la responsable de la contaminación. De hecho, López Obrador ha negado que aquí se maneje un combustible con menor cantidad de azufre, como el que se refina en otras ciudades del país.
Está en manos del gobernador decidir de qué lado está.
