vie. Oct 10th, 2025

Juan Palacios Dávila / Epicentro Informativo
08, octubre, 2025

“La política es el arte de lo posible” reza una frase que ha sido atribuida desde Aristóteles hasta Churchill, a saber, quizá haya sido acuñada por alguien que, además de ser un pensador, un académico diríamos hoy, ejerció o vivió de cerca el ejercicio de gobierno, porque hay muchos estudiosos de este quehacer que se basan solo en la teoría para asegurar que las cosas deben de ser de tal o cual forma, sin tomar en cuenta la realidad en que se desarrolla este ejercicio, su contexto.

He escrito aquí que no creo que Claudia Sheinbaum tenga un papel como presidenta que pueda ser considerado fácil, de hecho, en alguna ocasión califiqué como un ejercicio de funambulismo su mandato, lo que iba en ese momento de él, debido a que enfrenta presiones del extranjero, Trump, pero también China y de los grupos políticos y de interés que se desempeñan en el país.

Que Claudia tiene mucho poder, sin duda, el problema es que, a diferencia de su antecesor, no es el único actor con poder en el país, precisamente su mentor es una figura de autoridad que hasta ella misma reconoce en su discurso y, quizá, en su quehacer político, lo que dificulta este.

También es cierto que la presidenta Sheinbaum muestra algunos rasgos autoritarios, que cree en la preeminencia del Estado frente a la llamada sociedad civil, pero también es cierto que la ideología no la ciega, al menos no del todo, como lo muestra el tacto con el que ha enfrentado a Trump y el cuidado que pone para no pisar intereses de su antecesor, algunos de los cuales van en contra de la propia fraseología de la 4T.

Así que si deseamos evaluar de manera justa lo que hasta ahora ha realizado la presidenta Sheinbaum, debemos tener claro el contexto en el que ha desarrollado su poder, del tamaño que este sea, pero también las acciones que ha realizado y que, de alguna u otra forma pudieron haberla enfrentado tanto con el presidente del vecino del norte, como del inquilino de una finca del sur del país.

No es ni será fácil su quehacer, los equilibrios que debe hacer para manejarse tienen costos, por ejemplo la ausencia de Omar García Harfuch en su informe realizado en el Zócalo y el “encorralamiento” de figuras del sexenio pasado le están pasando facturas de diferente índole, desde rumores hasta posibles enojos sureños.

Más nos vale que la presidenta ejerza para bien el enorme poder con el que actualmente cuenta, aunque sería preferible que fueran instituciones las empoderadas, pero al final de cuentas toda institución está operada por seres humanos con sesgos e intereses.

Si falla la presidenta, muy probablemente el país lo pagará durante décadas, así que no, no es una labor fácil la que tiene hoy nuestra presidenta, esperemos, insisto, en que realice de la mejor forma posible su labor, si no, quizá nos faltará tiempo para las lamentaciones, como dicen los evangelios, “será el llanto y crujir de dientes”.

Esperemos lo mejor, pero preparémonos para lo peor, porque también otros actores cuentan.

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