Raúl Guajardo Cantú / Epicentro Informativo
10, agosto, 2023
Según el Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire, aunque las actuales normas mexicanas ambientales para las emisiones de contaminantes requieren ser más estrictas, aproximadamente un 25% de los automóviles que circulan en el área metropolitana de Monterrey, no cumple con ellas, es decir, contaminan más de lo permitido y al parecer mucho más de lo deseable.
Aclaremos primero que no estamos diciendo que los automóviles sean la principal causa de contaminación ambiental en el AMM, pero sí estamos señalando que 1 de cada 4 autos que circula en ella, emite una mayor contaminación de lo que debería hacer, incluso cuando las normas no son todo lo estrictas que debieran.
Si a esto le agregamos que la gasolina que se vende aquí es de menor calidad de la que se expende en otras ciudades, como me lo aclaró un lector en un comentario a un artículo anterior, esta baja calidad se debe a la norma que rige actualmente aquí y no a que la gasolina sea de mala calidad propiamente dicha, la situación resulta por demás delicada en términos de la calidad del aire que respiramos los nuevoleoneses afincados en esta macro urbe.
Si a la existencia de esta cantidad de vehículos contaminantes agregamos la mala circulación vehicular debida a la gran proporción de autos por habitantes en el área metropolitana y que las vías son básicamente las mismas que hace 30 o 40 años, nos encontramos con que los vehículos tienen que pasar más tiempo en circulación que el que estarían en ella en caso de contar con vías eficientes y suficientes.
Pero también debemos agregar el hecho de que el transporte público es deficiente y las distancias que recurren los empleados para llegar a sus lugares de trabajo son muy grandes, nos enfrentamos a un coctel que casi pide a gritos, exige, la contaminación.
Es cierto, y estamos conscientes de ello, las emisiones vehiculares son apenas una fracción de la contaminación ambiental, hay empresas, entre ellas destacadamente la refinería de Cadereyta, que contribuyen con alegría a esa contaminación, pero el caso es que por lo que respecta a la movilidad, si contáramos con un buen servicio público y con horarios escalonados, aunado a una cultura que nos permita entender que el uso del transporte público no es demérito social, quizá, solo quizá, tendríamos un panorama mucho más favorable que el actual.
